La Discreción y la Confidencialidad como soporte de un buen Coach

La Discreción y la Confidencialidad como soporte de un buen Coach

Por: Micaela Cartwright

Mientras me formaba como periodista tuve varios ramos sobre prácticas éticas en el ejercicio de la profesión. Teorías sobre la relación que se puede establecer con los entrevistados, el respeto a la confidencialidad, a la imagen, a la honra. Conocí el ‘’off the record’’ y también lo complejo que era el concepto de verdad.

Hoy, que me enfrento a la formación como Coach Estratégico, he revivido y vuelto a pensar en todos estos conceptos y las implicancias que tienen en esta nueva forma de relacionarme con otro en lo profesional.

Rafael Echeverría, en su libro Ética y Coaching Ontológico, afirma tajantemente que el éxito o fracaso de un coach depende de su desempeño en dos ámbitos: el de las competencias y el de la ética. Esta aseveración me ha dejado reflexionando sobre lo ético y las particularidades que aparecen en esta nueva relación profesional que quiero establecer.

Quisiera indagar en la Confidencialidad, valor ético que se espera en el coaching y que en periodismo relacionamos al concepto de ‘’off the record’’. En coaching este concepto es mucho más amplio. El silencio no se pide, se asume en la relación coach- coachee. Es parte del acuerdo tácito.
En periodismo nuestro entrevistado sabe que todo lo que diga puede ser reproducido salvo aquello que pide explícitamente ser guardado, en cambio el coachee sabe que todo lo que dice debe mantenerse en confidencialidad salvo que explícitamente permita que sea divulgado.

Pero quisiera exponer un aspecto de la relación entre el coach y el coachee donde el límite de ese “silencio” puede no ser tan claro, pero a mi parecer puede marcar la diferencia entre un coach del montón y uno que destaque: ser capaz de entender que la discreción y la confidencialidad incluye no sólo lo que dice sino todo lo que rodea la relación.

Nuestro trabajo como coach y lo efectivos que podamos ser se nutre en partes iguales entre lo que escuchamos y lo que vemos y percibimos: los contextos, la manera en que nos contactan, el lugar donde nos reunimos, su aspecto, la forma de relacionarse, su entorno. Todo esto es de vital importancia para ser útiles para nuestro coachee. Necesitamos que toda esa información que no es oral llegue a nosotros y para que eso pase tiene que generarse una relación de máxima confianza y esa confianza se construye a través de la confidencialidad, pero si le sumamos a ella la discreción, tendremos acceso a un mundo de coachees aún más amplio.

Recuerdo hoy un artículo que escribí sobre un pintor famoso. En aquella conversación me pidió confidencialidad sobre varios temas, pero para hacer bien mi trabajo, describí donde nos habíamos reunido, los zapatos que usaba y su color, la cantidad de café que consumió e incluso la voz que ponía cuando hablaba de su mujer. Todo aquello que en periodismo es un recurso profesional público, en coaching es un recurso profesional privado que puede ser usado para ser mejor coach.

Puedo afirmar, desde mi experiencia, que en Coaching la discreción debiera nacer desde el minuto de ser contactados como coach y no finalizar nunca. En ausencia o presencia parcial de ella, un coach se verá limitado a acceder a coachees que valoran en extremo este valor.

Micaela Cartwright
Alumna del Programa de Entrenamiento en Coaching Estratégico.


Humo Blanco: Equipo de investigación

¿Por qué usar sistemas de retroalimentación en psicoterapia con nuestros usuarios?

La relevancia de usar sistemas de retroalimentación en la práctica psicoterapéutica alude principalmente al hecho de que los terapeutas no son tan certeros al evaluar la alianza terapéutica y resultados de los tratamientos que llevan a cabo. Además, existe cierta tendencia en estos a sobreestimar la efectividad que sus tratamientos tienen, así como una reducida capacidad de identificar casos que presentan deterioro durante el curso del tratamiento.

A raíz de esto, surge la importancia en la practica clínica de incorporar distintas herramientas de retroalimentación de alianza y resultados terapéuticos, a fin de conseguir que consultantes y terapeutas logren realizar un seguimiento de estas variables a lo largo del proceso, posibilitando el diálogo acerca de las variaciones identificadas a lo largo del proceso, pudiendo comparar los datos con datos poblacionales obtenidos a partir de otros procesos terapéuticos. Con estas posibilidades, se favorecerá la detección temprana de aquellos procesos que no están beneficiando o los consultantes, o que incluso, están generando que estos empeoren o tengan riesgo de abandonar su tratamiento, con esta información se contribuirá a realizar acciones orientadas a evitar o remediar esta situación.

Es importante mencionar que uno de los aspectos que más discusión genera en esta temática, es la forma en que se implementa la práctica de retroalimentación, es decir: cómo y cuándo se entrega, cómo y cuánto se entrena a los terapeutas que lo utilizará, cuánto se apegan estos a su correcto uso, y cuánta afinidad tienen con el instrumento y la metodología que se busca poner en práctica. Respecto a esto, se ha identificado que las instancias en los que la retroalimentación es entregada frecuentemente a los terapeutas tiende a mostrar mejores resultados que en aquellas en que esto no ocurre. Pese a esto, parece no ser suficiente el hecho de tener acceso a los resultados de los pacientes, es necesario usar los datos generados para identificar cuidadosamente que clientes no se están beneficiando del proceso psicoterapéutico y así discutir y modificar aspectos concretos en conjunto que promuevan la mejoría.

Pese al resultado positivo que tienen los sistemas de retroalimentación para el proceso psicoterapéutico y que su uso implica un espacio oportuno para mejorar la experiencia y resultados del proceso, el porcentaje de terapeutas que usan estas herramientas continúa siendo relativamente bajo, concretamente un 60% de terapeutas refieren nunca haber utilizado este tipo de herramientas, y solo un 5% refiere hacerlo de manera frecuente (James et al., 2015; Jensen-Doss et al., 2016; Waldron et al., 2018).

En la actualidad existen distintos sistemas de retroalimentación a través del auto reporte de clientes, hay algunos frecuentemente utilizados como el sistema PQ progress report, el sistema PCOMS, la batería TOP, el sistema CORE, las escalas ORS (Outcome Rating Scale) y SRS (Session Rating Scale), entre otros.

Centro MIP valora y promueve la evaluación de proceso y resultado a través de la retroalimentación, es por esto por lo que actualmente hacen uso de las escalas ORS y SRS en sus instancias psicoterapéuticas. Te invitamos a revisar en qué consisten estos instrumentos en el siguiente link: ORS y SRS ¿Qué debo saber de estas escalas de retroalimentación?

 

Texto por: Javiera Fernández Bruno
Ayudante de investigación.


Humo Blanco: Equipo de investigación

ORS y SRS ¿Qué debo saber de estas escalas de retroalimentación?

Los sistemas de retroalimentación en psicoterapia representan un recurso que permite tener una evaluación constante mediante instrumentos estandarizados del progreso o ausencia de este en los usuarios de psicoterapia, además, amplifican las percepciones que el terapeuta tendrá acerca de la alianza y bienestar personal del paciente. Añadido a esto, usar estos sistemas ha demostrado ser eficaz en la reducción de abandonos de la psicoterapia y en ayudar a mejorar casos donde existe riesgo de estancamiento o deterioro a lo largo del proceso, entregando herramientas para que tanto clínico como usuario puedan redirigir sus esfuerzos a aquellos factores que están dificultando los avances y adherencia esperada.

La cultura organizacional de Centro MIP valora y promueve la evaluación de procesos y resultados a través de la retroalimentación, es por esto por lo que desde hace algún tiempo se ha implementado el uso de las escalas de retroalimentación ORS (Outcome Rating Scale) y SRS (Session Rating Scale).

La escala de evaluación de resultados ORS, es una escala de auto reporte de bienestar, que toma alrededor de un minuto en ser respondida por el consultante; para el caso de terapias con más participantes, se definirá una forma distinta de responder la encuesta, buscando la mayor utilidad de esta. La ORS está compuesta por cuatro ítems diseñados para evaluar la experiencia de bienestar de los clientes en términos de: (1) Funcionamiento individual (bienestar individual), (2) Interpersonal (relaciones cercanas), (3) Rol social (trabajo, escuela, hobbies, etc.) y finalmente (4) Bienestar general. Cada escala evalúa el nivel de bienestar en un punto entre 0 y 10 por cada área, dando como suma total entre los 4 ítems un total de entre 0 y 40. A mayor puntaje en cada subescala, mayor será la satisfacción referida en cada área. El puntaje de corte en población estadounidense (la cual incluye población latina, afroamericana, entre otras) que divide a la población clínica de la población no clínica en adultos, es de 25 puntos y el índice de cambio confiable es de 5 puntos.

Por su parte, la SRS, es una escala de auto reporte que evalúa la alianza terapéutica, basándose en la definición entregada por Bordin (1979). Esta escala es respondida de manera individual incluso en sesiones grupales, puesto que busca medir la propia experiencia durante la sesión. Al igual que la escala ORS, consta de 4 ítems, que están diseñados para evaluar específicamente: (1) Calidad del vínculo o relación, (2) Satisfacción respecto de los asuntos abordados durante la sesión, (3) Satisfacción respecto al método de trabajo durante sesión y (4) Evaluación general de la sesión. Cada escala evalúa el nivel de bienestar en un punto entre 0 y 10 por cada área, dando como suma total entre los 4 ítems un total de entre 0 y 40. A mayor puntaje en cada subescala, mayor será la satisfacción referida en cada área. Los autores de este instrumento (Duncan, Miller & Sparks, 2004), reportan que un 75% de los consultantes puntúan sobre 36 puntos en esta escala, proponiendo dicho valor como puntaje de corte para distinguir una buena o mala calidad de alianza, además, sugieren que se considere como sustantiva toda variación igual o mayor a un punto.

El Centro MIP, a raíz de la complejidad que representa el uso de los sistemas de retroalimentación sistemática del cliente, presento interés en describir la experiencia de implementar estos sistemas sobre los resultados del tratamiento en un centro de entrenamiento de terapeutas en Chile usando la escala ORS y SRS, si te interesa conocer este estudio en mayor profundidad, así como las dificultades y facilitadores que tuvo este proceso, puedes revisarlo en el siguiente link: Elevando la voz del usuario: Sistemas de retroalimentación en psicoterapia.

 

Texto por: Javiera Fernández Bruno
Ayudante de investigación.


Humo Blanco: Equipo de investigación

Elevando la voz del usuario: Sistemas de retroalimentación en psicoterapia.

Centro MIP, presento interés en describir la experiencia de implementar un sistema de retroalimentación sistemática del cliente sobre los resultados del tratamiento en un centro de entrenamiento de terapeutas en Chile usando la escala ORS (Outcome Rating Scale) y SRS (Session Rating Scale), pudiendo de esta manera llevar a la práctica el uso de estos sistemas de retroalimentación, buscando así que la voz y necesidades más profundas del cliente puedan ser escuchadas y atendidas.

La muestra utilizada para este estudio, fueron casos atendidos entre los años 2011 y 2017. El número total de casos atendidos durante este periodo fue de 89, pese a esto la muestra final estuvo compuesta por 58 casos. La muestra tuvo un promedio de 7 sesiones en sus procesos psicoterapéuticos a cargo de distintos terapeutas, titulados de psicólogos, cursando segundo año de postítulo de entramiento en terapia estratégica breve.

En promedio, la edad de los participantes de este estudio fue de 33,2 años, en un rango de 18 a 64. 47 participantes se identificaron con género femenino y 11 como masculino. Adicionalmente, destacar que todos los participantes del estudio fueron atendidos de manera ambulatoria y que ninguno presentaba trastornos psicóticos, orgánicos o relacionados a uso de sustancias. Todos firmaron previamente un consentimiento informado, donde se les explicaron todos los detalles del estudio y sus derechos como participantes. Para desarrollarse este estudio, las sesiones fueron realizadas en el contexto de cámara de Gesell, teniendo al otro lado del espejo unidireccional, al menos un supervisor acreditado y dos supervisores en formación.

En cuanto a los resultados descriptivos, en lo referente a la escala ORS, se identificó que la mayor parte de la muestra (70,7%), ingresó a psicoterapia con un valor promedio bajo el corte, es decir, presentaban malestar subjetivo en las distintas áreas que evalúa esta escala; posteriormente, un número mayoritario de participantes (75,9%) se ubicaron por encima del puntaje corte, es decir, alcanzaron cambios positivos en lo que respecta a su bienestar total a medida que las sesiones fueron avanzando. Esto implica que los psicoterapeutas de Centro MIP fueron efectivos en lo que refiere a que sus usuarios alcanzaran un aumento en la percepción de bienestar que tenían acerca de si mismos, alcanzando un cambio clínicamente significativo.

Respecto a los resultados de la escala SRS, se identificó que en la primera sesión los consultantes evaluaban en promedio con 36,1 puntos, es decir, justo sobre el valor de corte. Si consideramos las 405 sesiones puntuadas, solo el 21,7% puntuó bajo este valor. Durante las siguientes sesiones, el puntaje tendió a aumentar consistentemente, esto quiere decir que, sesión a sesión la alianza terapéutica fue fortaleciéndose y se lograron satisfacer los requerimientos que cada cliente esperaba obtener en sus procesos.

En cuanto a los facilitadores para esta investigación, en el esfuerzo de implementación, se observó curiosidad y una rápida adherencia de terapeutas y supervisores al uso de estas escalas de retroalimentación y relativamente pocas dificultades con su uso, esto en parte debido a que estos procedimientos eran discutidos, entrenados, supervisados y alentados a realizar de manera frecuente en el centro, aunque aún no sistemáticamente a través de alguna forma de registro escrito. En este contexto, el uso de las escalas ORS y SRS fue recibido como una herramienta considerada de gran utilidad, al servicio de los valores, creencias y procedimientos propios de la organización.

En cuanto a los factores que dificultaron la implementación del uso sistemático de retroalimentación y presentaron desafíos para este proceso fueron: (1) Ausencia de protocolos de almacenamiento y uso de datos, (2) Uso obligatorio de escalas, (3) Entrenamiento previo para el uso clínico de las escalas, y finalmente, (4) Renovación anual de terapeutas.

Gracias a la consideración de estos factores, se pudo comprender con esta investigación que las escalas en su uso clínico requieren entrenamiento específico para la indagación, el análisis y la toma de decisiones en relación con el proceso. Recibir retroalimentación desafía la mirada de quien provee un tratamiento. En este sentido, la retroalimentación coherente con la propia mirada es asimilada con fluidez. En cambio, cuando es discrepante con los supuestos o expectativas previas, muchas veces implica perturbación. Por tanto, incorporar evidencia desafía a estar atentos a lo que funciona, más que a lo que se valora.

Si quieres conocer más detalles de este estudio realizado por investigadores del Centro MIP, puedes ingresar al siguiente link y revisarla: https://terapiafamiliar.cl/producto/de-familias-y-terapias-n49/.

 

Texto por: Javiera Fernández Bruno
Ayudante de investigación.


Pensamientos en cuarentena: El like ha perdido su valor

PENSAMIENTOS EN CUARENTENA

Por: Psicóloga M. Virginia Lehuedé

El mundo digital y la tecnología son parte de nuestra realidad desde hace varios años con todo lo que esto conlleva; ha sido un cambio vertiginoso en una sociedad que no estaba acostumbrada a su presencia; algunos se resisten y prefieren mantenerse en lo conocido y más amigable, mientras que otros lo ven como una oportunidad, así también, no faltan los que declaran que tanta tecnología es negativa y nociva para el desarrollo de los menores, etc. Así se van sumando miles de opiniones y visiones sobre el impacto de la tecnología en nuestras vidas. Esta tecnología de la que estamos hablando, es aquella que nos hizo conectarnos con cosas que no sabíamos que necesitábamos: comprar online, conocer nuevas amistades, buscar un lugar de veraneo, reservar una hora al doctor, entre miles de posibilidades que la tecnología nos da.

Antes de lo que estamos viviendo hoy, antes de esta pandemia, antes del Covid-19 mundial, todos estábamos en nuestras “cómodas” rutinas, todos estábamos trabajando, cada uno son sus visiones personales sobre los estímulos que nos llegaban día a día, hasta que de pronto, con algún aviso previo, pero con poca conciencia de lo que implicaba, nos tuvimos que ir a “cuarentena”. Esta cuarentena, de más de 40 días, nos sacó de esa rutina que tal vez nos aquejaba, que nos pesaba, que amábamos u odiábamos. Pero no me quiero detener en ese tema, sino en la tecnología y lo que tanto nos da en esta “nueva normalidad” o modo cuarentena.

Es hoy, gracias a la tecnología, que podemos conectarnos, tenemos la posibilidad de hacer clases online, teletrabajo y un sinfín de cosas positivas y relevantes en este tiempo de pandemia, pero también, tenemos que reconocer que nos produce mucha frustración… a mi parecer una excelente esperada frustración. No poder vernos, no poder abrazarnos, mirarnos a los ojos, no poder estar presentes ante la presencia de otros, saludarnos en nuestro día a día, y seguir con nuestras rutinas, nos frustra y nos hace vivir de manera bastante más compleja que la que solíamos tener. Entonces buscamos acercarnos, y caemos en Zoom, Meet o cualquier otra aplicación para poder reunirnos “como si” nos estuviéramos reuniendo en persona; y de manera impresionante emerge la gran necesidad de vincularnos de nuevo, de volver a vernos. Entonces, pienso, el “like” tan anhelado ante publicaciones, posts, fotos y cualquier cosa que compartimos por nuestras redes sociales ha perdido su valor, un abrazo o vernos presencialmente ha adquirido mayor importancia que cuantos followers o comentarios tengo en mi Instagram. El “like” hoy, es poder ver a nuestros seres queridos, verlos, tocarlos, olerlos. Nuestros sentidos están pidiendo a gritos volverse a activar, no nos habíamos dado cuenta, pero los habíamos tenido dormidos y entumecidos, y ahora que no podemos vernos, tocarnos y el distanciamiento social es ley, valoramos tanto más la libertad que teníamos, lo libres que éramos.

Ante este encierro mundial, lo digital ha tenido un rol fundamental y clave, pero sin duda, nos ha demostrado y nos ha hecho darnos cuenta de que la conexión digital no es suficiente, que no basta, que nunca lo fue, porque si lo fuera, estaríamos todos felices encerrados con esta cuarentena. Sin embargo, todos queremos salir y no porque queramos volver a nuestras rutinas, a nuestra “normalidad”, sino que por que necesitamos estar con otros, relacionarnos, interactuar directamente, nutrirnos de la conexión estrecha con otros seres vivos, movilizar, despertar y reactivar nuestros 5 sentidos, que por algo los tenemos.

Mi propuesta es, volvamos al principio, a lo pretecnológico, usemos las herramientas de la modernidad, pero no le demos tanta importancia a lo moderno, démosle más importancia a lo que somos; seres sociales con necesidad de los unos con/para los otros. No demonicemos la tecnología, no demonicemos nada en este mundo. No es novedad, y siempre hemos sabido que los excesos son perjudiciales, pero cuando le damos el valor real a cada cosa, y en su justa medida, cada recurso en este planeta puede ser usado tal y como debería haberse usado desde un principio; a favor de la humanidad.

Espero que una vez que todo esto haya pasado, nuestras prioridades sean: tomarse un café, tener una reunión familiar sin un celular de por medio. Con esto quiero decir que lo importante y lo valioso sea vincularnos, relacionarnos, mirarnos unos a otros y crecer como seres sociales que somos. No olvidemos esto.

 

Maria Virginia Lehuede Grob
Psicóloga Clínica Infanto-juvenil
Especialista en Psicoterapia Estratégica Breve y Psicoterapia Grupal.
Edición: Valentina Gatica


Los Beneficios del Mix entre Coaching y Psicoterapia

Estas ideas fueron obtenidas de apuntes de la Charla «Los Beneficios del Mix entre Coaching y Psicoterapia» realizada los días 17 y 22 de enero de 2019 en Centro MIP, ambas lideradas por la directora del Centro María Inés Pesqueira; Paula Uribe, docente del Programa de Postítulo en Terapia Breve; y José Manuel Uribe, docente del Programa de Coaching Estratégico.

María Inés Pesqueira, fundadora del centro, cuenta la historia de que hace aproximadamente 15 años se encontró con la disciplina del coaching y que antes esta materia no estaba en el mundo de la psicoterapia, pero se dio cuenta que tiene algunas herramientas parecidas  y que ayuda mucho a las personas a cambiar y a formular objetivos.

Al formarse ella en esta disciplina, después impulsó la formación del equipo de profesionales que trabajan en el MIP creando un modelo de Coaching Estratégico con herramientas que vienen del mundo de la psicoterapia breve y con una integración en el mundo del coaching.

En relación a las expectativas de los asistentes a las charlas, podemos destacar el interés en el coaching por facilitar el planteamiento de objetivos y ayudar a cambiar a las personas en cierto tipo de conductas.

Otras personas indican que les interesa ver el puente que hay entre estas dos disciplinas y poder llevar las herramientas de una, hacia el otro lugar para ser más efectivos.

Muchas veces cuando se trabaja en psicoterapia y se utilizan herramientas de coaching, algunas personas dicen que les cuesta ver este hecho como un complemento, como un aporte válido y hasta se sentirían desleales con su profesión.  También se menciona el hecho de no saber cuándo aplicar una u otra intervención, sin sentir inseguridad por el resultado de esta decisión.

Al respecto, los docentes aclaran que lograr ese complemento entre estas disciplinas tiene que ver con el tipo de personas que se atienden.  Si se está frente a un paciente clínico, que está sufriendo, que tiene un diagnóstico, están las bases para saber que con ese paciente hay que trabajar desde la psicoterapia.  Sin embargo, en esta misma disciplina, muchas veces consultan personas que no tienen un cuadro clínico específico, que no requieren de un tratamiento especializado, aquí es donde las herramientas del coaching y la psicoterapia se pueden combinar.

El coaching es una herramienta poderosa para ayudar a las personas a ser mejores jefes, a trabajar con equipos, a tener un mejor liderazgo.  También es efectivo con los padres para guiar mejor a sus hijos y sacar lo mejor de ellos.  Para profesores, para ayudar a los alumnos a crecer, a escucharse y a ser quienes quieren ser en la vida.

Un aspecto que se debe tener en cuenta desde el lugar de la psicoterapia, es que en algunos casos el profesional puede favorecer hacia el paciente una mirada de que somos una posible “ayuda” para el otro, idea que puede tener un impacto en dos niveles:

El primero, es que las preguntas que se le harán al paciente en este caso, podrían ser desde cuándo o cómo está sufriendo, una mirada desde el dolor y en qué hay que ayudarlo. En cambio, si se piensa al otro, al paciente como alguien que quiere perseguir sus objetivos, las preguntas serán desde un lugar distinto, desde un lugar más abierto a las posibilidades.   Preguntas que tienen que ver con otro camino.

Segundo, como profesional tendremos que evaluar las herramientas del coaching porque el otro es un indicador.  Desde este lugar el o la terapeuta no es el que sabe cuando la persona está bien.  Hay que estar pendiente constantemente de cuánto el otro siente que le está sirviendo, hasta que siente que está listo.

Lo importante es el engagement -la participación activa del otro en el proceso- y en este sentido la actitud que nosotros asumimos al respecto.  Cuando el profesional se ubica por encima del paciente -como un experto- la actitud es muy diferente a la que se toma cuando no se le exige, sino que se cree que puede.

En terapia hay una especie de pensamiento de que el paciente necesita del psicólogo, necesita de su ayuda porque están en sufrimiento con alguna situación o limitación en la vida, o no pueden avanzar solos. Cuando las personas buscan ayuda es cuando están en un círculo vicioso y no saben qué hacer o no funciona lo que están haciendo.

En coaching en cambio, la gente viene porque quieren estar mejor, están caminando y quieren volar y esto implica una diferencia en la relación que tenemos como coaches o como psicoterapeutas y en terapia a veces tendemos a cometer el error de llevar a la gente de la manito, como si necesitara de ayuda, en cambio en coaching no quieren que los lleves de la mano, es otro que se la puede y no un pobrecito a quien ayudar.   La relación es más de desafío que de cuidado.

De acuerdo a la experiencia, podemos trabajar con personas con muchos logros, admirables, que piden ayuda a un coach y es importante saber que no es gente que necesita un psicoterapeuta.  Hay que darse la tarea de llevar a la psicoterapia ese lente que sirve para encantarse con los pacientes, entendiendo que pueden y que podemos favorecer el que se sientan orgullosos con lo que están haciendo.  Si nosotros podemos verlos así, ellos también podrán verse así.

La misión principal de un terapeuta o coach es ser el mejor espejo para ese otro, es reflejarle aquello que puede, aquello que admiramos de verdad.  Para esto usamos las distintas herramientas de otras áreas, porque lo que necesitamos es ser útiles aliviando y teniendo resultados, no tenemos por qué limitarnos ya que vamos a ser más efectivos si incorporamos otras herramientas.

Una de estas herramientas poderosas, son las preguntas presuposicionales. Son preguntas que se caracterizan por ser abiertas (no se responden con un sí o un no) y permiten generar nuevas respuestas.  Empiezan con Qué, Cómo, Cuándo, Dónde y Para qué.  Un coach las hace constantemente y el psicólogo tiene que integrarlas conscientemente a la sesión.

Estas preguntas abren campos de conversación, amplían posibilidades y van a buscar la solución y sobre todo van a sembrar algo en el otro, por ejemplo: ¿con qué recursos cuentas para lograr ese objetivo?

Las preguntas poderosas generan un vacío en la mente del otro y el cerebro trata de llenar este vacío con una respuesta.  Las mejores preguntas dejan al otro trabajando fuera de sesión y muy posiblemente después llega con la respuesta y desde la psicoterapia por lo general no nos entrenan para hacer este tipo de preguntas.  ¿De qué te sientes orgulloso/a? ¿Qué cosas disfrutas? ¿Para qué hablamos de eso?  ¿Qué de eso es importante?

Sin duda este tipo de preguntas llevan a l@s pacientes y a los coachees a un lugar muy distinto del que llegaron y abren nuevos caminos para trabajar en un proceso de coaching o psicoterapia.

José Uribe

Es publicista de profesión, cuenta con 10 años de experiencia como coach. Formado como Coach Estratégico en el MIP y como Coach Ejecutivo en Líder-Haz-Go. Es Coach certificado como ACC por la International Coaching Federation (ICF).
Es especialista en marca personal, branding, emprendimiento y liderazgo de equipos. Hoy es profesor del programa de Entrenamiento en Coaching Estratégico de Centro MIP. Es también fundador y director creativo de Watson Branding, consultora de estrategia e identidad de marca.


La potencia de las buenas preguntas

Las preguntas son herramientas con gran potencial en la interacción humana. Suelen ser útiles para lograr diferentes objetivos: recabar información acerca de hechos (¿la reunión es mañana a las 9:00?); hacer peticiones (¿me ayudas a hacer este informe?); explorar pensamientos y sentimientos (¿qué es lo que más te importa de lograr eso?); invitar a la reflexión (¿es esa meta alcanzable?); lograr compromiso (¿cuento entonces con que tú harás esta presentación ante el cliente mañana?) o empoderar a otro (¿sabías que eras capaz de este tipo de logros?).

Una buena pregunta suele iluminar aspectos que la persona aun no ha visto, invita a la persona a revisarse para responder. Tienen además una cualidad provocadora, las buenas preguntas no pueden dejar de responderse e invitan a la reflexión de una manera que los consejos no logran. Una pregunta bien formulada es potenciadora, estimula la autonomía, el aprendizaje y el logro de resultados.

¿Qué características tienen las preguntas potenciadoras?

1. Suponen lo positivo.

Toda pregunta lleva “contrabando”, estas son ideas que están implícitas en la formulación de toda pregunta y que la persona al responder acepta casi sin darse cuenta. Una persona inexperta en el arte de preguntar no sabe cuáles son los supuestos que están implicados en las preguntas que hace e incluso puede inocular ideas perjudiciales sin darse cuenta.

Por ejemplo, la pregunta ¿qué te hace pensar que eres capaz de lograr esto? introduce la duda respecto de ser capaz de lograr un determinado desafío, Una buena pregunta suele iluminar aspectos que la persona aun no ha visto, invita a la persona a revisarse para responder. Tienen además una cualidad provocadora, las buenas preguntas no pueden dejar de responderse e invitan a la reflexión de una manera que los consejos no logran. debilita la confianza. Sin embargo, la pregunta ¿con qué recursos cuentas para alcanzar este objetivo? ilumina en el otro los recursos disponibles para lograr la meta.

2. Comienzan con la palabra QUÉ, no por qué.

Si alguien se equivoca y le preguntamos ¿por qué hiciste eso?, lo más probable es que le inoculemos culpa además de invitarlo a centrar su atención en el pasado y en las explicaciones. Si reformulamos la pregunta de modo que impulse el progreso se puede decir: ¿qué aprendiste de lo que ocurrió? ¿Qué harás diferente la próxima vez? Dando por supuesto que aprendió de lo sucedido, que tiene capacidad de cambiar y que eso será la plataforma de un mejor desempeño.

3. Abren posibilidades en el futuro.

Están orientadas a los objetivos, invitan a mirar hacia delante. ¿Dónde te gustaría llegar? ¿Cómo te vas a dar cuenta que vas avanzando hacia ella? ¿Qué necesitas desarrollar para acercarte a lo que quieres? Son preguntas que ponen la mirada en la meta y en el camino para llegar a ella.

4. Se orientan a la solución.

No a quedarse atascados en un problema. ¿Qué necesitas para resolver esto? ¿Quién te puede ayudar a lograrlo? ¿Qué recursos debes utilizar para acercarte a la solución?

5. Conducen a la acción.

La mera comprensión intelectual no basta para resolver un problema o lograr una meta, hay que hacer algo. Preguntas como ¿qué puedes hacer para cambiar esa situación? incentivan la búsqueda de un plan de acción, además de promover la propia responsabilidad.

Invito a observar cómo formulamos las preguntas. ¿Iluminan el potencial de aquellos que nos rodean? Nunca es tarde para comenzar.

Paola Ceruti

Psicóloga UGM. Supervisora Clínica Acreditada. Magíster en Psicología Clínica, mención Psicoterapia Breve de la Universidad Gabriela Mistral. Especialista en Psicoterapia Breve y Psicoterapia Cognitivo Conductual. Coach Estratégico, Certificación Internacional en Coaching con PNL, International Coaching Comunity. Especialista en Terapia de parejas.