Michele Weiner – Davis, es una reconocida psicóloga, terapeuta familiar y de parejas. Es una de las fundadoras del enfoque centrado en las soluciones y autora de varios libros reconocidos a nivel mundial. Durante la Conferencia de Terapia Breve, organizada en San Diego, nos habló de su último libro “The Sex-Starved Marriage”, el cual nos muestra una novedosa mirada de cómo entender la sexualidad en el matrimonio.

El matrimonio y la sexualidad siempre ha sido un tema importante como terapeutas que trabajamos con parejas o con familias. Michele Weiner-Davis, plantea que, como a la mayoría de los terapeutas, ella fue entrenada para creer que cuando un matrimonio está en crisis y la vida sexual de la pareja pasa por momentos difíciles, uno debe como terapeuta poder resolver los problemas emocionales primero y entonces el resto mejorará por sí solo. Sin embargo, durante el Congreso de Terapia Breve, Michele comenta como descubrió que esto no siempre funciona. Cuenta que se necesita una nueva forma de trabajar con parejas, en donde se pueda hablar explícitamente de la vida sexual de las parejas que nos visitan, sin sentirse incómoda como terapeuta.

En la medida que se logra abrir los temas sexuales de la pareja en la consulta, uno puede reconocer como éstos toman especial relevancia, sobre todo cuando uno de los dos miembros de la pareja está más interesado en tener un encuentro sexual. Weiner-Davis comenta que a lo largo de su carrera clínica, ha podido observar como esto distancia a las parejas y va convirtiéndolas en un matrimonio sin vida sexual.

Al hablar de un matrimonio con necesidad sexual o “starved-sex marriage”, Michele aclara en su conferencia que

“no se trata del número de veces por semana o por mes que la gente realmente está teniendo relaciones sexuales. Después de todo, a diferencia de las vitaminas, no hay requisito mínimo diario o semanal para asegurar una vida sexual saludable”.

Deja claro que los matrimonios con mayor necesidad sexual son aquellos en los que, solo un miembro de la pareja desea más contacto, más cercanía física y más sexualidad. Mientras el otro miembro piensa que el sexo no es necesario y que incluso no es parte de un problema dentro de la relación. Es este desajuste en la pareja, quizás uno de los grandes problemas a nivel matrimonial, porque realmente no se trata “solo sexo” sino de sentirse querido, amado y conectado con y por el otro. Weiner-Davis plantea, que las parejas que experimentan este tipo de “laguna” de deseo sexual pasan a dejar de pasar tiempo juntos, dejar de ver televisión juntos, dejar de reirse de las bromas del otro, y dejar de ser amigos…..paulatinamente van perdiendo esa conexión, lo que pone al matrimonio en riesgo de infidelidad y de divorcio.

Según Weiner-Davis existen dos ideas erróneas. La primera, es pensar en este problema como el típico escenario donde es el hombre el que tiene una necesidad sexual permanente, y que pareciera a ratos estar más interesado en el sexo que en su mujer. La verdad es que a menudo es la mujer la que tiene más necesidad de sexualidad y conexión. Una segunda concepción errónea, es pensar que estas parejas presenten su vida sexual como problema principal en su relación cuando llegan a  terapia de pareja. La realidad es que usualmente, llegan primero hablando sobre las diferencias en los estilos de crianza de los hijos, en cómo manejan las platas o en cómo asumen las distintas tareas del hogar. Michele plantea, que como terapeutas hay que volverse expertos en leer las pistas que nos entregan estas parejas. Quizás su lenguaje corporal es lejano y frio, o quizás se puede observar en ellos, un relato de vidas distanciadas y sin mucha conexión, es ahí donde se hace necesario preguntar por la vida sexual, y sentirse cómodo como terapeuta preguntado sobre este tema.

Según Weiner-Davis, dentro de la problemática sexual de las parejas, es común observar a un miembro de la pareja, tomando una decisión unilateral acerca de si habrá o no un encuentro sexual, la mayoría de las veces esta decisión es tomada por el miembro con menos deseo sexual y la mayoría de las veces la decisión va orientada a un NO. Cuando el miembro de la pareja con mayor deseo sexual es directa o indirectamente rechazado sexualmente, él o ella se conecta rápidamente con la rabia. Es entonces, con esta rabia que comenzará a fijarse en cada detalle del otro que pueda enojarlo. Lamentablemente como dice Michele, nunca la ira y la rabia del otro han sido un afrodisiaco, es más, solo tiende a generar más lejanía con el otro, y por ende, perpetuar el circuito de la desconexión emocional en la pareja.

Durante el congreso, Michele plantea que una de las primeras intervenciones es lograr que el miembro de la pareja con mayor deseo sexual comparta abiertamente lo que ha significado para él ser desconectado sexualmente del otro. Por lo general, su vivencia es conmovedora, y siempre hay una profunda expresión de una sensación de rechazo y dolor. Es ahí, durante la sesión, cuando uno debe ir hacia el otro miembro de la pareja, con un menor deseo sexual, para poder preguntarle cómo es que le llega esto y que es lo que escucha de esto que el otro esta viviendo.

En general Michelle espera una cierta empatía por parte del otro, pero si esta no aparece, tiene una historia que le cuenta a algunas parejas.

“Esta es la historia de John y Mary. John era un tipo relajado, que rara vez se quejaba de nada. Hacia el final de una sesión, dijo: «Hay algo de lo que me gustaría hablar. En nuestra relación, sólo hay una ventana de dos horas de oportunidad los viernes por la noche entre las 10:00 y las 12:00 cuando mi esposa podría estar interesada en un encuentro sexual. Si un viernes por la noche no funciona, no puedo preguntar hasta el próximo viernes por la noche.

Cuando John dijo esto, Mary empezó a reírse, sin duda reconocía la historia. Pero cuando miré a John, él no estaba riendo. Con algunas de mis intervenciones, John le dijo a Mary: «Cuando te busco y no estás ahí para mí, me pregunto: ¿Aún le atraigo? ¿Sera que aún me quiere? Después, cuando te vas a dormir y estoy mirando al techo, es la sensación más solitaria del mundo».

Los ojos de Mary se llenaron de lágrimas, ella agarró la mano de John y le dijo, «Cuando me tocas, todo lo que pienso es ¿Estoy de ánimo? ¿No estoy de ánimo? Nunca, ni una sola vez, he pensado en lo que es ser tú. Lo siento mucho. Te prometo que me esforzaré más.”

Esta es una de las historias, que Michele le cuenta a casi todas sus parejas. Plantea que ésta, inmediatamente ayuda al miembro de la pareja con mayor deseo a sentir que acaban de contar su misma historia, y abre así la oportunidad de conectarse con esa parte de la pareja que tiene menor deseo. Conseguir de esta última, que sienta empatía por el otro es el primer paso,  pero no basta con que solo sienta pena o remordimiento: es esencial que uno como terapeuta haga que el otro de menor deseo sexual tome acciones concretas para comenzar a cambiar la interacción.

Weiner-Davis plantea que el ciclo convencional de la respuesta sexual es que primero viene el deseo, y luego la excitación. Cuando el cuerpo está funcionando correctamente, la tercera etapa es el orgasmo, y la cuarta es la resolución, donde el cuerpo vuelve a su estado de reposo normal. Sin embargo, se estima que para alrededor del 50 por ciento de la población, las etapas uno y dos se invierten en la realidad. Es decir, la persona tiene que ser excitada sexualmente antes de que sus cerebros registren que tienen deseo. Dentro de su práctica clínica, Michele ha escuchado en innumerables ocasiones: «Cuando mi marido se acercó a mí, realmente no tenía ánimo en ese minuto. Pero una vez estando ahí lo pasé muy bien”. Es en estos casos en donde las etapas uno y dos están invertidas, que la terapeuta plantea que la mejor filosofía es la de nike “just do it”, es decir “solo hazlo”.

Por supuesto, la terapeuta especialista en parejas, plantea que existen innumerables situaciones de mayor gravedad que también explican que las parejas no quieran tener relaciones sexuales, como es el caso del abuso o trauma. Pero para la mayoría de los terapeutas que están trabajando con parejas, la problemática muchas veces tiene que ver con el tema del deseo sexual, donde finalmente una de las dos personas está necesitando sentirse emocionalmente más conectada antes de tener un encuentro sexual, mientras el otro está necesitando más intimidad física para sentirse conectados.  Es un desbalance que lleva finalmente a una interacción en donde es siempre el otro el que tiene que dar ese primer paso. Cuando un matrimonio se estanca en esta espera es cuando corren más peligro y comienzan las mayores heridas en la relación.

En general, las personas tendemos a dar de la manera que a uno le gustaría recibir y eso no es, finalmente dar de verdad. El dar verdadero es cuando uno da al otro, las cosas que el otro quiere y necesita. Weiner – Davis plantea que para esto utiliza un ejercicio del libro de Gary Chapman “Five Love Languages” (Los Cinco Lenguajes del Amor). La idea principal de Chapman es que la gente típicamente expresa el amor en sus propios lenguajes de amor, pero no en los idiomas de amor que sus parejas necesitan. Según Chapman, hay cinco.

El primero es pasar tiempo juntos. Si el otro está muy ocupado y se toma tiempo de su apretada agenda para pasar tiempo con el otro, hace que ese otro se sienta importante, prioridad y por ende se sienta amado. El segundo idioma es el tacto, el afecto físico, el sexo, el poder caminar por la calle tomados de la mano. Si estás casado con alguien cuyo lenguaje amoroso es el tacto, pueden pasar horas de conversaciones y momentos agradables, pero el otro no se sentirá amado a menos de que te acerque a través de su lenguaje, el tacto. Otra lengua es la afirmación, generalmente son conversaciones de corazón-a-corazón en las que otro reconoce, valida y aprecia al ser querido.  Otro lenguaje del amor son los actos de servicio, que incluyen cocinar, limpiar, cuidar a los niños, salir en un día invernal a buscar a ese chocolate que el otro tanto quiere. Y el último idioma es los gestos materiales, grandes y pequeños regalos que hago para el otro y pensando en el otro.

Michele plantea, que es importante explicarles estos 5 lenguajes del amor a las parejas y que ellos en un ejercicio, puedan reconocer silenciosamente los dos lenguajes del amor del otro y ver qué tan certeros estuvieron en su mirada. El siguiente paso es que califiquen sobre cuán bien han estado mostrando amor en el lenguaje de amor preferido por su pareja. Weiner –Davis plantea que en los matrimonios con mayor necesidad sexual las parejas suelen darse una nota baja en los distintos lenguajes, reconociendo quizás que es la primera vez que realmente admiten que no han salido de su zona de confort para mostrarle al otro como necesita ser amado.  Poder ver, oir y sentir esta experiencia es para muchos matrimonios un punto de inflexión en su trabajo terapéutico como pareja.

Durante el congreso de terapia breve, Michele dejo claro que se había enfocado mayormente en cómo ayudar al miembro de la pareja de menor deseo a sentir más empatía. Lo que no quiere decir que no empuje al otro de mayor deseo a sentir empatía por su pareja también. Weiner -Davis plantea que la clave para trabajar con las parejas con necesidad sexual, o cualquier otro tipo de necesidad, es el unirse a ellos de manera significativa, única y segura. Ambos tienen que sentir que entienden completamente cómo se sienten, por qué lo sienten y por qué han estado haciendo lo que han estado haciendo. Finalmente como dice la autora:

«El arte de hacer una buena terapia de pareja, es tener a las dos personas que salen de la consulta pensando que estás de su lado”.

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