Evaluación de procesos

Como Centro MIP, queremos destacar e invitarlos a revisar el trabajo de la psicóloga Paola Ceruti acerca de la evaluación de proceso en psicoterapia.

La evaluación de proceso sirve para medir cambios con el cliente, además, para saber la evolución respecto de los objetivos de la terapia; así, cuando hay cambios, seremos capaces de mirarlos con detención, empoderando al paciente; y cuando no los hay, nos permitirá tomar las decisiones terapéuticas correspondientes para reencaminar el proceso a uno más efectivo.

Se recomienda realizar la evaluación de proceso cada 4 sesiones aproximadamente y puede tomar el tiempo de una o incluso dos sesiones. Debido a que esta etapa del proceso es sumamente importante para el curso de la terapia, resulta fundamental entrenarnos en cómo realizarla correctamente.

Este trabajo, no solo busca explicarnos la importancia de realizar esta evaluación cada determinadas sesiones, sino que, además, nos presenta detalladamente el cómo llevarla a cabo a través de contenido teórico y viñetas de casos que explican de mejor modo el procedimiento.

La autora adicionalmente presenta distintos escenarios en los que se puede ubicar el consultante, ayudándonos a tener una mejor comprensión de cómo abordarlos cuidando la relación terapéutica a través de orientaciones concretas.

Los invitamos a revisar este trabajo completo en el siguiente link link directo aquí.


Activación de Recursos durante la primera sesión de psicoterapia y su relación con el cambio terapéutico temprano

Resumen
Objetivo: determinar diferencias en el grado en que los terapeutas enfocan sus intervenciones en activar recursos de los consultantes durante la primera sesión en procesos de psicoterapia con y sin resultados terapéuticos tempranos (RT), y caracterizar dichas intervenciones. Método: se utilizó una muestra de 32 procesos de psicoterapia con pacientes ambulatorios, realizados en contextos de prestación rutinaria de servicios y conducidos por terapeutas de distintas orientaciones teóricas. Estosprocesos se agruparon según la presencia o ausencia de RT, evaluada a partir de la diferencia de puntajes en el reporte de bienestar de los consultantes entre la primera y la cuarta sesión, a través del Cuestionario de Autoreporte de Resultados (Outcome Questionnaire -OQ-45.2.-). Y el grado en que la actividad de los terapeutas se enfocó en la Activación de Recursos (AR) se evaluó mediante el Wirkfaktoren-K(WIFA-K. Factores de Efectividad de Klaus Grawe) para jueces independientes. Posteriormente, se realizó una prueba t de varianzas desiguales de Welch, a partir de los promedios de puntajes de la AR en ambos grupos. Resultados:se encontraron diferencias significativas entre ambos grupos; específicamente, los terapeutas del grupo Con RT dedicaron tres veces más tiempo de la sesión a trabajar en la AR que los del grupo

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Implementación de resultados: Oportunidades y desafíos

Como Centro MIP, queremos destacar e invitarlos a revisar el artículo “Implementación de retroalimentación sistemática de alianza y resultados terapéuticos en un centro de entrenamiento: oportunidades y desafíos.” Autoría de Ivonne Ramírez, José Domingo Salvo, Lucas Uribe, Paula Uribe e Iván Armijo.

Este artículo, sostiene que una de las estrategias que ha demostrado ser útil para abordar la evaluación de resultados y alianza de la psicoterapia es utilizar un sistema de monitoreo sistemático a lo largo del proceso psicoterapéutico. Este sistema permite hacer seguimiento de la evaluación del consultante respecto de su propio bienestar y de la calidad percibida de la alianza terapéutica, a lo largo del proceso. De esta manera, se mantiene informado, tanto el terapeuta como los consultantes, respecto de la evolución en el tiempo de estas variables y permite compararlos con trayectorias esperables de cambio obtenidas a partir de otros procesos terapéuticos.

Este articulo busca en detalle, describir la experiencia de implementar mediciones de resultados en la práctica de psicoterapia en el contexto de un centro privado de formación en psicoterapia.

Este proceso de implementación contiene tres estudios realizados sobre retroalimentación sistemática desde los clientes respecto de resultados y alianza terapéutica, aportando antecedentes de validación de las escalas Outcome Rating Scale (ORS) y Session Rating Scale (SRS) así como los resultados de la práctica clínica luego de 6 años de implementación.

Además, los autores discuten facilitadores y obstaculizadores de la implementación de retroalimentación sistemática, aportes empíricos y su influencia en el entrenamiento de terapeutas, además, algunas de las dificultades, recomendaciones, aportes y oportunidades al conducir este tipo de investigación.

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El por qué ahora del cliente como motor de cambio de la terapia

Como Centro MIP, queremos destacar e invitarlos a revisar el artículo de  la psicóloga María Jesús Cuesta, titulado “El Por Qué Ahora del Cliente Como Motor de Cambio de la Terapia”.

Este artículo, nos ofrece la posibilidad de ahondar en una interrogante fundamental para cualquier proceso terapéutico: El por qué ahora de consultar con un especialista.

Además, hace énfasis en cómo responder esta pregunta en el espacio de terapia, puede iluminar al terapeuta respecto de las motivaciones del consultante a buscar ayuda, mostrarle el punto límite que no está dispuesto a pasar, así como aquello que no está dispuesto a perder producto del problema que se encuentra atravesando.

La respuesta a esta interrogante contribuirá también a co construir el motivo de consulta, el cual, bien determinado, y en suma a la motivación del paciente, son aspectos fundamentales para mantener un foco que guíe el trabajo terapéutico de manera eficiente.

Finalmente, teniendo en cuenta estos elementos, podremos encontrarnos en una buena posición para realizar predicciones sobre la terapia. Con predicciones, se hace referencia a las anticipaciones que el terapeuta hace sobre el comportamiento de sus clientes y sobre los probables efectos que tendrían sus intervenciones en el curso del proceso terapéutico

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Rupturas en la alianza: ¿Qué hacer cuando surgen problemas en la relación?

Como Centro MIP, queremos destacar e invitarlos a revisar trabajo final para optar a la acreditación como especialista en psicoterapia breve de las psicólogas Valentina Grez y Adriana Velasco.

Este trabajo nos invita a adentrarnos en un fenómeno común para los terapeutas, aunque en ocasiones de difícil abordaje, es decir, las rupturas de alianza en psicoterapia.

A través de este trabajo, las autoras buscan ayudar al lector a comprender las rupturas de alianza, explicándolas desde la comprensión de los distintos factores que constituyen el cambio en psicoterapia y cómo la alteración de estos puede constituir un problema en la relación terapéutica, lo que podría poner en riesgo la continuidad de los procesos terapéuticos.

Además, nos invita a hacer un breve recorrido por las distintas miradas y abordajes que diferentes teorías le dan a este fenómeno, específicamente, abordándolo desde la teoría relacional, la teoría humanista/existencial y la teoría cognitiva.

Finalmente, nos ofrece el análisis de un caso clínico, en el que se plasma claramente una ruptura de alianza a fin de dilucidar de mejor modo las distintas aristas de esta experiencia que puede surgir en los procesos terapéuticos y el cómo manejarlo.

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Contribución del eclecticismo estratégico a la terapia breve

Como Centro MIP, queremos destacar e invitarlos a revisar el trabajo final para optar a la acreditación como especialista en psicoterapia breve, de la psicóloga Ivonne Ramírez.

Este trabajo, busca contribuir con un pequeño grano de arena al diálogo entre la teoría, empírica y la práctica, y su valor radica más en la pregunta que plantea que en la respuesta; es decir, en el intento por reflexionar sobre los cambios que se producen en la práctica clínica con el paso del tiempo, a fin evaluar si esta progresión va al servicio de los objetivos de formación y atención clínica. Al mismo tiempo pretende aportar algunas distinciones que faciliten el diálogo entre los clínicos de distintas escuelas teóricas.

Para esto, la autora busca como objetivo describir las convergencias del eclecticismo estratégico y el modelo de atención que desarrolla el Centro de Especialistas en Intervención Estratégica.

Este objetivo es alcanzado a través de la explicitación del contexto de aplicación del modelo descrito, además, presenta las bases teóricas del modelo constructivista, las bases teóricas del Modelo del Mental Research Institute (MRI), y las bases empíricas de la efectividad en psicoterapia.

Con todo esto clarificado, se plantea la propuesta integradora que constituye el eclecticismo estratégico.

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Intervenciones elicitadoras de la compasión en la práctica de la supervisión clínica

Por: Trinidad Silva

I. Introducción:

La elaboración del presente trabajo tiene por objetivo cumplir con los requisitos del programa de entrenamiento en Supervisión Estratégica del Centro de Especialistas en Psicoterapia y Coaching y, a su vez, desarrollar una reflexión que permita identificar algunas intervenciones elicitadoras de la compasión en la práctica de la supervisión clínica.

Ya hace varios años la evidencia señala que la supervisión clínica es la estrategia de entrenamiento más frecuentemente usada para aumentar la competencia clínica de los terapeutas (Pesqueira y Esquivel, 2018). A su vez, existe evidencia respecto al efecto de la supervisión clínica en la capacidad de aumentar la autoconciencia, el conocimiento sobre los tratamientos, la adquisición y la utilización de habilidades clínicas por parte del supervisado (Lambert & Ogles, 1997) además del incremento de la sensación de autoeficacia (Watkins, 2011).

Entendiendo que el ejercer como terapeutas requiere de un constante entrenamiento y crecimiento personal y profesional y, que la supervisión es una instancia que lo posibilita, parece importante cuidar que ese espacio sea un momento de escucha efectiva, conexión y soporte amable que le permita al supervisado abrirse al aprendizaje que ésta instancia tiene para ofrecer.

Es a partir de esto, del entrenamiento que he retomado durante este último semestre en mi formación como supervisora y de mi formación en la terapia centrada en la compasión, que he podido darme cuenta cómo es que la mirada compasiva, que busca atender de forma consciente y sensible al sufrimiento del otro sumado a la motivación por aliviarlo y prevenirlo, conecta de forma orgánica con el curso que tiene la supervisión en cada una de sus etapas.

Así nace la motivación de ocupar la instancia de este trabajo final de la formación como supervisora para poder ilustrar algunas intervenciones propias de la práctica de la supervisión clínica que incorporan elementos de la compasión y de esa forma van despertando la mirada compasiva en el supervisado.

Para el logro del objetivo de este trabajo, éste se dividirá en 3 partes:

Una primera en la que se compartirá la definición de supervisión desde la que se enmarcará este trabajo y se invitará al lector a ir notando cómo en esa definición van apareciendo elementos propios de la compasión.

Esa conexión dará pie para presentar el concepto de compasión y los elementos que la componen (atención consciente, amabilidad y humanidad compartida) para así luego presentar y describir las etapas de la supervisión clínica que describen María Inés Pesqueira, directora del Centro de Especialistas en Psicoterapia y Coaching, y Héctor Esquivel (2018); destacando en cada una de ellas la integración de la mirada compasiva y el aporte que tiene para el desarrollo de la supervisión.

Luego, en la segunda parte de este trabajo, se presentarán extractos de una supervisión real que permitan ilustrar algunas intervenciones elicitadoras de la compasión en la práctica de la supervisión clínica. Esto permitirá que el lector pueda observar la integración de la mirada compasiva en el desarrollo de cada una de las etapas de la supervisión.

Finalmente se compartirán algunas conclusiones que nacen de la realización del presente trabajo.

II. Metodología:

La metodología que se define para el logro del objetivo de este trabajo es la selección de extractos de una supervisión clínica indirecta que permiten ilustrar algunas intervenciones elicitadoras de la compasión en la práctica de la supervisión.

De esta manera el lector podrá observar la integración y puesta en práctica de la mirada compasiva en el desarrollo de la supervisión clínica indirecta.

III. Marco Teórico:

La supervisión ha sido definida por Falander y Shafranske como “una actividad profesional distinta donde la educación y el entrenamiento se alcanzan desarrollando una práctica informada científicamente facilitada a través de un proceso interpersonal colaborativo. Envuelve la observación, evaluación, feedback, facilitación del auto- asesoramiento del supervisado y la adquisición de conocimiento y habilidades bajo la instrucción, moldeamiento y soluciones de problemas mutuamente. Además, construyendo un reconocimiento de las fortalezas y talentos del supervisado, la supervisión alienta la auto-eficacia. La supervisión asegura que la consulta clínica esté conducida de una manera competente donde los estándares éticos, prescripciones legales y prácticas profesionales son utilizadas para promover y proteger el bienestar del cliente, la profesión y la sociedad” (Falander y Shafranske 2004, p. 52).

A partir de esta definición se entiende que la supervisión cumple un doble objetivo, por una parte, vela por la calidad del servicio que el terapeuta entrega al consultante y por otra desarrolla competencias necesarias para este fin en el supervisado. (Campbell, 2006).

Para el cumplimiento de estos objetivos la supervisión deberá entenderse como un proceso colaborativo, en el cual el supervisor deja atrás la mirada de experto y poder asociada a los conceptos tradicionales de supervisión. En este sentido, el supervisor tiende a facilitar los procesos y lo que define su operar es la habilidad de ampliar la mirada del supervisado en relación a sí mismo y al caso. Como observador diferente al supervisado

tiene la facilidad de acceder a multiversos y una competencia fundamental asociada es la capacidad de reflexionar y establecer distinciones, se trata por tanto de un observador diferente, no experto que puede realizar múltiples distinciones, es un observador con mayor poder de dominio para generar acciones destinadas al cambio (Pesqueira y Esquivel, 2018).

La supervisión es entendida entonces, como una instancia de trabajo colaborativo en donde el supervisor se pone al servicio del supervisado desde un lugar en el que se reconoce el sufrimiento como parte de la experiencia humana y es capaz de conectar con él en el momento presente comprendiendo y empatizando con el supervisado y con aquello que lo hace venir a supervisión.

Es desde esta mirada que resulta importante compartir a continuación la definición de la Compasión para así luego presentar y desarrollar las etapas de la supervisión e ir destacando en cada una de ellas, aquellos elementos propios de la mirada compasiva que aparecen de manera tan orgánica e integrada en su descripción.

“La palabra compasión proviene de la voz latina compati que significa “sufrir con”. Probablemente la definición mejor conocida sea la del Dalai Lama que definió la compasión como “una sensibilidad al sufrimiento del yo y de los otros junto con un compromiso profundo para tratar de aliviarlo”; es decir, atención – conciencia sensible más motivación” (Gilbert. P, 2015, p. 10).

La compasión implica conectar con el sufrimiento de los demás, abrir la consciencia al dolor de otros y no evitarlo ni desconectarse de él, para que así surjan los sentimientos de bondad y el deseo de aliviar ese sufrimiento (Wispe, 1991). También involucra ofrecer una comprensión sin juicios para aquellos que fallan o hacen algo mal, de esta forma sus acciones y conductas son vistas en el contexto de una humanidad compartida que falla y se equivoca (Neff. K, 2003).

La autocompasión, por su parte, implica ser tocado por el propio sufrimiento y estar abierto a él, sin evitarlo ni desconectarse, generando así el deseo de aliviar el sufrimiento y sanarlo con amabilidad. La autocompasión también involucra ofrecer una comprensión sin

juicios a nuestro dolor, deficiencias y fracasos, de modo que la experiencia de uno sea vista como parte de la experiencia humana (Neff. K, 2003).

Kristen Neff, una pionera de la investigación sobre auto compasión propone que la auto compasión implica tres componentes principales (Gilbert. P, 2015):

  1. Ser consciente y estar abierto al propio sufrimiento individual.
  2. Ser amable y no condenarse a sí mismo.
  3. La conciencia de compartir las vivencias de sufrimiento con los demás, en lugar desentirse solo y avergonzado, tener una apertura a nuestra humanidad.En ese sentido, la autocompasión implica ver la propia experiencia a la luz de la

experiencia de la humanidad compartida, reconociendo que el sufrimiento, el fracaso y las deficiencias son parte de la condición humana, y que todas las personas, incluido uno mismo, son dignas de compasión (Neff. K, 2003).

La compasión no se extiende a uno mismo porque uno es superior o más merecedor que los demás, más bien se hace precisamente porque el individuo reconoce su interconexión e igualdad con otros (Brown, 1999).

Así mismo, tener autocompasión implica perdonar nuestros errores y debilidades, respetándonos como un ser completamente humano y, por lo tanto, limitado e imperfecto (Neff. K, 2003).

A partir de estas definiciones se puede observar como la esencia de la compasión y autocompasión está centrada en el conectar con el sufrimiento, cualquiera sea su forma, desde un lugar de respeto y profunda amabilidad por el hecho de ser seres humanos que nos equivocamos. Desde ahí es que puede resultar tan importante integrar esta mirada en el desarrollo de la práctica de la supervisión, sobre todo para el logro del desarrollo de competencias que se busca potenciar en el supervisado.

Porque es desde el entrenamiento en ser cada vez más consciente de aquello que nos hace sufrir, nos entrampa o nos incomoda y entendiendo que eso es algo que nos ocurre a todos incluso en nuestro ejercer profesional, que podemos movernos a buscar una

instancia de supervisión que desde una orientación amable y sin juicios pueda abrir espacio a una escucha activa y abierta al aprendizaje en el supervisado.

Es entonces desde este lente que a continuación se presentarán las etapas de la supervisión descritas por María Inés Pesqueira y Héctor Esquivel (2018) destacando en cada una de ellas los elementos de la compasión que aparecen y se integran como parte del desarrollo de la supervisión.

Primera Etapa: Inicio

El inicio de la supervisión “es una fase donde predomina la habilidad del supervisor en generar un espacio colaborativo, que brinde un clima que le permita al supervisado exponerse en lo que no está pudiendo resolver” (Pesqueira y Esquivel 2018, p. 38).

Es por eso que el primer aspecto que el supervisor considera desde el inicio de la supervisión es el ajuste relacional. En el ámbito de la supervisión, el desarrollo de una alianza de trabajo es tan importante como en la psicoterapia. Ésta se construye en cada encuentro, no viene dada por el rol ni por el acuerdo de tener una supervisión. Así la relación construida es específica a cada encuentro, sea este individual o grupal (Pesqueira, Ramírez, Ceruti y Salvo, 2019).

Para construir esta alianza es crucial cuidar la vulnerabilidad que está implicada en el acto de supervisar. En otras palabras, supervisar, además de una ayuda o desafío, para algunos también puede ser un espacio incómodo, donde está siendo visto por un otro en aquello que duda, que no puede, que no sabe o ha salido mal. La escucha y apertura pueden ser disminuidas si no cuidamos esta vulnerabilidad como una posibilidad al menos al inicio de la supervisión. Acciones como validar, normalizar la dificultad y promover una exposición genuina de aspectos incómodos abre un espacio seguro y útil donde se amplía la mirada y se otorga a la incomodidad un sentido para el aprendizaje (Pesqueira, Ramírez, Ceruti y Salvo, 2019).

Desde muy al comienzo de la supervisión se puede observar el especial énfasis en acoger al supervisado desde la mirada de la humanidad compartida en donde se da pie a

que el supervisado traiga sus inquietudes, sensación de no estar pudiendo o aquello que lo está haciendo sufrir de alguna u otra forma a un espacio en donde se parte de la premisa que todos nos equivocamos y a todos nos cuestan algunas cosas.

“En esta fase el foco esencial está dado por la pregunta ¿Qué esperas de la supervisión?, ¿Qué te gustaría que fuera diferente como resultado de esta supervisión? ¿Cuáles son tus metas para esta supervisión? ¿Qué te hace elegir esas metas? ¿Cómo sabrás que lo que has obtenido lo que viniste a buscar?, así conocemos qué es lo que necesita el supervisado, estas preguntas que parecieran ser muy obvias tienen la gran ventaja que nos permiten obtener un foco, es donde el supervisor pone el lente de la lupa. Permite comprender donde está estancado el supervisado, qué es lo que está tratando de hacer y no resulta. En otras palabras, nos permite conocer cuál es la solución intentada no exitosa y que es la mantenedora del problema en el que se encuentra el supervisado” (Pesqueira y Esquivel 2018, p. 38).

Esta intervención propia de la etapa inicial de la supervisión apunta a lo que conocemos, desde la mirada de la compasión, como el aumento de consciencia por parte del supervisado. Es por medio de estas preguntas iniciales que el supervisor va abriendo paso a que el supervisado se conecte con su realidad presente, con aquello siente y piensa qué lo está entrampando en su caso y es entonces, de esta forma, que el supervisor lo va ayudando a ponerlo en palabras e ir conectándose cada vez más con eso que le ocurre en relación a ese caso que trae.

Es en esta primera fase que resulta “fundamental estar atento a la descripción que el supervisado hace del caso, pues la descripción que hace habla más de sí mismo que del caso” (Pesqueira y Esquivel 2018, p. 38).

Es por eso que resulta útil también incorporar en este primer momento un acercamiento amable y amoroso por parte del supervisor que permita al supervisado introducirse en la supervisión desde una perspectiva amable consigo mismo, sin juicios ni críticas apuntando a modelar y desarrollar en el supervisado una mirada empática y comprensiva respecto de lo que le ocurre.

Un objetivo de esta etapa inicial es “poder develar al supervisado qué es lo que no ve, y es importante que esto sea revelado a través de preguntas” (Pesqueira y Esquivel 2018, p. 38). Preguntas que irán aumentando su consciencia respecto de lo que le ocurre en la dimensión de la persona del terapeuta y/o respecto al caso en sí mismo y que sin duda si se desarrollan dentro de un contexto de amabilidad, no juicio y humanidad compartida, permitirán que el supervisado alcance esa amplitud en su mirada de manera más rápida y efectiva.

Una vez que la pregunta de supervisión está clara y el supervisor ya ha detectado el entrampe del supervisado es que la supervisión avanza a evaluar también la definición del sistema consultante con la que se encuentra trabajando el supervisado, es decir, el quién o quiénes están motivados a qué, así como la capacidad de influencia o poder de efectuar nuevas conductas para promover el cambio al interior del sistema que interactúa” (Pesqueira y Esquivel, 2018).

Así también el supervisor destinara tiempo para “entender si el terapeuta supervisado se encuentra trabajando adecuadamente a la etapa de cambio del cliente en relación a su problema. En Prochaska y Diclemente (1982) se evalúa si está utilizando intervenciones de tipo reflexivas, que debieran ser predominantes en las primeras etapas de pre contemplación y contemplación, o más bien orientadas a la acción en las etapas de cambio acción” (Pesqueira y Esquivel 2018, p. 38).

Por último, en esta primera etapa se establecen los aspectos formales de encuadre y operativos de la supervisión, tales como horarios, frecuencias, objetivos y maniobras que puede realizar el supervisor y también se explicitan los aspectos éticos propios de este espacio (Pesqueira y Esquivel, 2018).

A partir de la descripción de esta primera etapa de la supervisión se puede observar la importancia de establecer una relación de colaboración supervisor supervisado para así abrir paso a toda una línea de trabajo que tiene que ver con el aumento de consciencia del supervisado.

Para el logro de este objetivo puede ser de gran utilidad incorporar los elementos de la compasión, es decir, introducir la idea de humanidad compartida que ayude al supervisado a sentir que hay otras personas que también han pasado por la misma inquietud o dificultad que él o ella y así promover la sensación de empatía y confianza, ambas centrales a la hora de establecer un vínculo de colaboración.

Por otro lado, el aumento de conciencia del supervisado puede verse muy beneficiado si incorporamos preguntas en la línea de la consciencia presente como, por ejemplo, ¿cómo vas hasta ahora? ¿cómo te sientes con esta idea?, etc.

Y, por último, parece fundamental realizar todo este trabajo cuidando que el supervisado vaya incorporando todos estos elementos desde un lugar de amabilidad consigo mismo, en donde pueda sentirse respaldado y acogido para así avanzar a una segunda etapa en el desarrollo de la supervisión.

Segunda Etapa: Proceso

En esta segunda etapa del desarrollo de la supervisión, la principal tarea que realiza el supervisor es poner atención a las intervenciones y estilo relacional del terapeuta supervisado. El supervisor se enfocará en mostrar aquello que hace el supervisado y cómo lo hace (Pesqueira y Esquivel, 2018).

En ese sentido es que se pondrá atención a sus recursos y cegueras. El interés del supervisor en esta etapa está puesto en comprender con qué lente o mirada está construyendo el caso, de manera de entender qué es lo que el terapeuta está tratando de hacer para promover el cambio” (Pesqueira y Esquivel, 2018).

“En esta fase resulta fundamental conocer lo que el supervisado ha estado haciendo, de modo de validar su propósito o intención al trabajar con ese caso, para poder entonces analizar juntos cómo de esa forma se encuentra entrampado y no ha obtenido los resultados esperados. Este es el momento en que el supervisor le muestra al terapeuta supervisado dicha brecha” (Pesqueira y Esquivel 2018, p. 38).

Parece importante destacar cómo en esta segunda etapa el supervisor se pone al servicio del terapeuta desde un lugar de conciencia plena del momento de la supervisión y de aquello que trae el supervisado para así ir despertando en este último este aumento de conciencia e ir encontrando juntos aquello que lo tiene entrampado y no le ha permitido conseguir los resultados que espera en el proceso terapéutico.

Este momento de la supervisión se acompaña también de una mirada centrada en los recursos del supervisado y resulta importante destacar como a través de este estilo el supervisor va incorporando un acercamiento amable y respetuoso hacia el supervisado permitiéndole así ir a mirar también aquellos puntos ciegos y en consecuencia avanzar hacia una mirada más amplia y con nuevas posibilidades.

Un segundo aspecto relevante en esta etapa es el rol del supervisor en un proceso colaborativo, que es algo más que entregar información, se trata de elicitar las propias respuestas y recursos del supervisado con el propósito de que logre desarrollar su propio estilo terapéutico y pueda empoderarse. Esto se logra según el tipo de preguntas que el supervisor realiza, un buen supervisor es aquel que cuenta con un gran set de preguntas. Una buena supervisión es, por tanto, aquella que logra abrir nuevos significados, espacios en los que emergen nuevos sentidos y construcciones diferentes a las que se ingresaron antes del proceso de supervisión” (Pesqueira y Esquivel, 2018).

Es desde este espacio de respeto, reflexión y participación que se invita al supervisado a preguntarse por un estilo comunicacional que permita abrir posibilidades, un ejemplo de esto sería; ¿De qué manera podrías plantear lo mismo sin que tú cliente se sienta criticado? (Pesqueira y Esquivel, 2018).

Es a través de esta nueva forma de preguntarse que comienzan a emerger nuevas realidades, nuevas distinciones, nuevos significados y narrativas que permiten ampliar el dominio de observación que posee el supervisado (Pesqueira y Esquivel, 2018). Lo que desde una mirada centrada en la compasión entendemos como el aumento de conciencia, una consciencia que se amplía como consecuencia de una conexión profunda y atenta al momento presente.

A partir de esta descripción, se puede concluir como en esta segunda etapa de la supervisión aparecen también integrados los elementos de la compasión. Por una parte, un supervisor con todos sus sentidos puestos en el momento presente conectado con aquello que está haciendo sufrir en alguna medida al supervisado y poniéndose también al servicio de él desde el completo respeto, empatía y amabilidad sin juicios para desde esa base invitarlo a hacerse preguntas que le permitan ampliar su mirada y hacerlo de forma amable y respetuosa consigo mismo.

Tercera Etapa: Cierre

En esta tercera y última etapa de la supervisión generalmente se realizan las siguientes preguntas (Pesqueira y Esquivel, 2018):

  1. ¿Qué te llevas de la supervisión?
  2. ¿Qué aprendiste de ti mismo?
  3. ¿Qué aprendiste de la psicoterapia?Es en esta etapa de cierre en donde se entrega y recibe retroalimentación. María

Inés Pesqueira y Héctor Esquivel (2018) plantean que no solo el supervisor debe dar retroalimentación al supervisado, sino que también el supervisado debe dar retroalimentación al supervisor, ya que ésta es una instancia de aprendizaje y crecimiento para ambos.

En relación a esto proponen que una adecuada entrega de retroalimentación, debiera ser concreta y descriptiva, además de tener una relación positividad: negatividad, de 3 positivo es a 1 a mejorar (Pesqueira y Esquivel, 2018). “Se ha visto que si no tiene esta proporción se dificulta el aprendizaje y puede ser destructiva en el proceso de formación de los supervisados” (Fredickson, 2013).

Es importante señalar que es “fundamental que toda intervención entregada en la supervisión haga sentido al estilo terapéutico del terapeuta supervisado (Pesqueira y Esquivel 2018, p. 40)”. Según Falander y Shafranske (2004) una retroalimentación adecuada, es más aportativa si coincide con la apreciación del supervisado, si es presentado como una meta o un plan de supervisión y si es cercano a la conducta observada.

Resulta importante destacar en este punto el aporte que tiene la mirada compasiva en el logro de este objetivo, porque es desde una conexión consciente con el supervisado, un acercamiento amable y respetuoso y desde la profunda convicción que como seres humanos nos equivocamos y que el sufrimiento, cualquiera sea su forma, es parte de nuestro desarrollo, que podemos acoplarnos al estilo del supervisado que tenemos en frente y construir nuestra línea de supervisión a su medida.

Un acercamiento amable y respetuoso promueve y modela también en el supervisado esa forma de relacionarse consigo mismo y, en este contexto puntual, con aquello que tal vez puede hacer distinto o mejorar.

En el espacio de supervisión se “debe evitar dejar al supervisado la sensación de fracaso o incompetencia en el quehacer terapéutico” (Pesqueira y Esquivel 2018, p. 40) y sin lugar a duda un acercamiento desde la mirada compasiva resulta un factor protector en esta línea.

Una supervisión de calidad es entendida entonces como una experiencia de aprendizaje que le es útil al supervisado, que impregna un sello y deja en el supervisado deseos de querer seguir supervisándose, promoviendo así el desarrollo de un observador empoderado que cuenta con mayores distinciones al finalizar dicho proceso” (Pesqueira y Esquivel, 2018).

IV. Análisis de una Supervisión Indirecta:

Habiendo revisado las etapas de la supervisión y destacando en cada una de ellas la integración de la mirada compasiva y cómo ella resulta un aporte y además promueve el objetivo de la supervisión, es que a continuación se presentarán extractos de un caso real de supervisión clínica indirecta que permitan ilustrar algunas intervenciones elicitadoras de la compasión en el desarrollo de la supervisión.

La supervisión que se presentará se desarrolla en el contexto de la formación de segundo año de Postítulo en Terapia Breve, específicamente en una visita que realiza a ese curso la directora del Centro de Entrenamiento en Psicoterapia y Coaching, María Inés Pesqueira.

Cabe destacar que la alumna que supervisa en esa oportunidad autoriza explícitamente compartir en este trabajo extractos de dicha supervisión con el fin de aportar al cumplimiento del objetivo del presente trabajo.

“Los terapeutas tenemos saber pedir lo que requerimos para hacer un buen trabajo. El trabajo de un terapeuta es un trabajo muy solo, muy difícil si no hay una buena supervisión que nos acompañe, nos apoye, que nos permita disfrutar nuestra pega, porque es rica, pero es desgastadora y muchas veces muy sola”.

Esta es una de las primeras intervenciones que realiza la supervisora en la etapa inicial de la supervisión. Una intervención que apunta a ir creando un clima en donde se expone y valida la dificultad que existe muchas veces en la realidad del ejercer como Psicólogos y que desde ahí presupone que muchas veces y, en este caso en el supervisado, puede existir la sensación de estarse sintiendo solo y/o estar necesitando de la ayuda de un otro.

Es en intervenciones como esta en donde se observa claramente como el supervisor pone de manifiesto el concepto de humanidad compartida, en donde presenta la dificultad como parte de nuestro ser seres humanos y en este caso, parte de nuestro ser psicólogos y ejercer como tal.

Así mismo esta intervención destaca y promueve la importancia de pedir ayuda desde la premisa que somos seres sociales que nos necesitamos unos a otros y que no solo nos beneficiamos de pedir esa ayuda, sino que también debemos entrenarnos en saber pedirla para así asegurar hacer un buen trabajo.

Luego de esta intervención la supervisora se centra en la pregunta de supervisión y se da el siguiente diálogo con la supervisada:

  • -  Supervisora: “¿Qué te decide traerla a supervisión ahora?”
  • -  Supervisada: “Estoy entrampada con ella y la venía como evitando de alguna forma,como que seguía teniendo las sesiones con ella y decía la tengo que supervisar, latengo que supervisar pero no lo hacía”.
  • -  Supervisora: “¿Qué te hacía creer que la tenías que supervisar?”
  • -  Supervisada: “Que me da la sensación que no estoy trabajando lo que ella necesitay como que no tengo el foco, porque llevo 11 sesiones y recién ahora lo estoy ordenando entonces como no tengo un foco siento que estamos viviendo como el día a día no más”.
  • -  Supervisora: “Ya, súper, buena tu preocupación, muy buena. Siempre que te pase eso mejor supervisar porque los pacientes no nos dan muchas más sesiones sin foco y sin resultado. Habitualmente tendríamos que ir por lo menos sintiendo que vamos por el camino por el cual que quieren ir, como que van avanzando y, yo me pregunto si has hecho algo como de preguntarle a tu paciente eso, algo como evaluación de proceso, de preguntarle a ella. ¿Le has preguntado a tu paciente, el foco, dónde cree ella que va y tu duda?”
  • -  Supervisada: “Eee ... en realidad no, no se lo he preguntado. Haciendo la ficha me di cuenta de que no le he preguntado”.
  • -  Supervisora: “Ok, súper. Esa es la primera indicación de la supervisión a qué hacer la próxima sesión. ¿Hay alguien tomando nota? ¿Tienes alguna coterapeuta? Para que la (supervisada) pueda estar con su alma aquí, no la quiero en el cuaderno, la quiero que yo le vaya llegando con mis palabras.

Una vez que la supervisora se asegura que alguien está tomando nota de lo que ella le está diciendo a la supervisada continúa diciendo:

- Supervisora: Entonces, tener esa duda es una duda que solo tenemos los buenos terapeutas, solo los terapeutas que nos importa mucho ser útiles y tener resultados y dar un buen servicio de psicoterapia y esos terapeutas son los que yo quiero formar y que haya muchos en este mundo para que de verdad la gente tenga respuesta de nosotros a su sufrimiento y que nos importe estar siendo útiles es una de las cosas más lindas y admirables que puede tener uno como terapeuta, pero es difícil lograrlo.

A partir de este extracto se puede observar, en primer lugar, cómo en el ir profundizando en la pregunta de supervisión, la supervisora va ayudando a la terapeuta a conectarse con aquello que le inquieta respecto de su caso e irse abriendo a eso que en ese momento la está haciendo sufrir de una u otra forma.

Cuando la supervisora se detiene a preguntar por quién puede tomar apuntes y dice que quiere que la supervisada “tenga su alma aquí” está promoviendo la atención consciente de la supervisada y desarrollando un vínculo de conexión y cuidado.

En segundo lugar, parece importante destacar cómo la supervisora va validando a la supervisada cuando dice: “que buena tu preocupación” y “esa es una duda que solo tenemos los buenos terapeutas” y por medio de estas intervenciones va generando un acercamiento amable y respetuoso en la supervisada respecto a su inquietud, porque le va entregando el mensaje de que aquello que la hace venir a supervisar no solo es buena inquietud, sino que además solo los buenos terapeutas la tienen.

Por último, resulta importante destacar como la supervisora termina en este extracto incorporando la mirada de la humanidad compartida al incluirse en el mensaje que entrega y decir que ella también es de esas terapeutas que le importa ser útil y que si bien es una de las cosas más lindas y admirables que puede tener un terapeuta, es algo difícil de lograr.

A medida que avanza la supervisión a la segunda etapa de proceso, también se observan intervenciones licitadoras de la compasión. A continuación, se presentará una intervención en la que la supervisora va mostrándole a la terapeuta la importancia de construir a su paciente desde un diálogo más compasivo, más amoroso y respetuoso consigo misma e ir dejando de lado la exigencia.

La supervisora le dice a su supervisada: “Creo que hay que mirarla a ella (la paciente) desde una admiración profunda, no desde un cómo puede hacerlo mejor o cómo puede cuidarse mejor, sino que preguntarle mucho cómo lo ha hecho antes, porque esta mujer tiene que haber tenido momentos tremendamente difíciles antes cuando ese niñito era más chico y algo hizo. Cuando algo tú estás tratando de hacer, que es bueno, como el autocuidado y que no está teniendo el efecto que tú quisieras porque en realidad no te está resultando tanto y tú no hayas mucho cómo, es ella la que te va a dar la información. No se te tiene que ocurrir a ti ni a un supervisor, sino que busca información en la historia, busca recursos en la historia. Cómo lo ha hecho ella antes para cuidarse, es decir, tu actitud como terapeuta yo quisiera que sea una actitud presuponiendo que esa mujer sabe cuidarse y sabe cuidarlo. No desde el que no sabe querida, porque se le calló de la cama, es verdad, pero se le calló a los 11 años y eso le desbarató su ser mamá capaz de cuidar a su hijo y eso es muy triste y eso yo creo que no podemos dejar que pase. Por eso el autocuidado no entra, porque se está sintiendo incapaz de cuidarlo y está cansadísima”.

Este extracto muestra cómo la supervisora va le va mostrando el entrampe a la terapeuta y cómo éste tiene que ver con su estilo relacional y desde ahí la invita a construir a una paciente que se relacione consigo misma con amabilidad y que se acerque a su realidad, de este hijo que cuida, de manera cariñosa y sin juicios.

En este extracto se observa como la supervisora busca promover en la terapeuta un estilo relacional compasivo con su paciente para que así su paciente pueda relacionarse consigo misma de esa forma también.

La supervisora continúa esta intervención diciendo: “Cuando uno se cansa de hacer algo muy difícil chiquillos, a mí me ha pasado mucho y yo creo que a ustedes también, que

hemos hecho cosas que son muy difíciles y estamos realmente cansados, pero cuando tenemos un buen resultado, el cansancio es rico, pero dime cómo es de atroz cuando uno se cansa mucho por algo y el resultado es que se te cae de la cama. Eso es atroz”.

Es en estas últimas frases de la supervisora que también se observa la incorporación de la humanidad compartida, la intención de desarrollar la conciencia de compartir vivencias de sufrimiento con las demás personas y tener una apertura a nuestra humanidad, dejando más de lado la sensación de soledad y vergüenza.

Por último, la supervisora cierra esta intervención poniendo especial énfasis en el aporte de la mirada compasiva diciendo: “A veces hay que ayudar a entender que se les va a caer de la cama porque eso es más humano, porque hay que ayudarla a entender que es simplemente humana, que lo que hace es de verdad muy difícil. Que pueda hacerlo y pueda quererse y respirar profundo y el autocuidado parte por ahí. Autocuidado es no exigirse más de lo que puedo dar”.

Hacia el final de la supervisión la Supervisora cierra diciéndole a su supervisada:

  • -  Supervisora: “Me encantó supervisarte, tienes en tus manos un gran desafío, enorme, de ayudar a una mujer a verse capaz, de enfrentar algo que no eligió en la vida, pero sí elige cómo enfrentarlo y tú estás ahí para ayudarle a cómo enfrentarlo y eso es un bonito desafío”.
  • -  Supervisada: “Gracias por supervisarme, de verdad aprendí mucho”.
  • -  Supervisora: “Que bueno, me da gusto. Me encanta poder hacerlo”.Este cierre de la supervisión muestra la gratitud de la supervisada y evidencia cómo la supervisora fue construyendo una supervisión a la media de su supervisada, acoplándose de tal forma que pudo conectar con ella y ayudarla a conectar con su dificultad como terapeuta para luego abrirse a una nueva construcción de su paciente. Una construcción de una paciente que puede, que tiene múltiples recursos y que se beneficiaría de relacionarse más cariñosa y amablemente consigo misma.

V. Conclusiones:

A partir de la realización del presente trabajo se puede concluir que la compasión sí se puede incluir en la práctica de la supervisión clínica y que hacerlo constituye un aporte para el logro de los objetivos de esta instancia.

En este sentido se puede plantear que un acercamiento compasivo a la hora de supervisar resulta ser una herramienta más para el supervisor que lo ayuda a crear una alianza de trabajo colaborativo con su supervisado desde un acercamiento en donde a todos como terapeutas nos ha pasado alguna vez tener la sensación de no saber cómo continuar, sentirnos entrampados o con la necesidad de pedir ayuda a un supervisor para continuar ayudando a nuestro paciente.

Ese acercamiento desde una humanidad que compartimos es la que promueve la conexión con el supervisado y, si a eso se le agrega un relacionarnos de forma amable, respetuosa y sin juicios con aquello que lo hace venir a supervisar, es que entonces vamos modelando en él o ella una nueva forma de acercarse a aquello que lo inquieta o lo hace sufrir en ese momento. Esta amabilidad para relacionarse con el propio sufrimiento resulta ser una herramienta clave para que el supervisado pueda abrirse al aprendizaje que viene a ofrecerle la supervisión.

Por último, el conectar con el sufrimiento del supervisado con una atención plena, en la que disponemos todos nuestros sentidos al servicio de ayudar a quien tenemos enfrente, será una herramienta que nos ayudará a mirar a nuestro supervisado en sus distintas dimensiones y a su vez ayudarlo a él a mirarse y abrirse a nuevas posibilidades.

Por otro lado, resulta importante concluir que al ser la compasión una motivación que tenemos intrínsecamente todos los seres humanos, los supervisores pueden incorporarla a su práctica de manera intuitiva. Sin embargo, se sugiere que los supervisores puedan tener algún entrenamiento en el desarrollo de la compasión y/o autocompasión para así luego utilizar esta herramienta al servicio de la supervisión y de sus supervisados.

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Por: Trinidad Silva